domingo, 14 de abril de 2013

LA ESPALDA DE UNA MUJER SOBRE LA TIERRA






Para C. O.
por la luz compartida

Un animal inmenso ha despertado en los ojos.
Hojas de piel, hojas animales, hojas que gritan.
El signo de la noche es aquí el cuerpo,
mirar la espalda de una mujer es ver al infinito,
condena en los hospicios del oxígeno,
trozo de infierno venerado infierno.
Los días no serán exactos como en los relojes,
el aroma de una mujer ha anidado en la respiración
y las calles, torcidas, secas, irregulares,
son otro país sobre un mismo país,
otro camino sobre un mismo bosque invisible,
donde mi rostro se pierde hasta encontrar 
el agua que no existe
y sin embargo salva la vida hasta el colmo, el tope, el hastío, 
la resurrección y el punto donde explota
el cielo y comienza la lluvia de piel sobre la piel.
Una mujer duerme de espaldas a la tierra,
tengo miles de niños en mis ojos,
me esparzo entre la maleza de estos sueños
y veo nuevamente el color del metal que cuido desde el vuelo,
soy un hombre al cual el caos ha dejado estable en la brisa.
Soy un hombre que posa la boca en el tallo de la gloria
donde una mujer duerme y lo que brilla no es daga, no es río,
es aire donde están todos los ríos, color de nadie sino nuestro.
Un hombre que mira a una mujer dormir
está condenado a la belleza para siempre.
Está salvado y redimido a la vez que sin remedio:
suelta la vida como el agua que da al mar.
Suelta la horda de animales que lleva dentro y la santificación
de las cosas de la vida se vuelven reales y animadas,
como un caballo de madera que de repente toma vida
y resopla con el brío de un corcel potente.
Juro que una mujer me ha crucificado
y la bala de lo perfecto no está en mis costillas
sino en todo el cuerpo y en la sombra del cuerpo.
El colmillo hundido de su piel, llega al hueso y la ceniza se vuelve luz.
Una mujer fulmina los pájaros del miedo
con sus brazos blandiendo el viento en dirección a la noche.
Un hombre condenado a la belleza de una mujer
reza como un ciego poseído de furia y hieratismo,
como el más descolocado de los fieles,
reza, a un sol y una luna donde dios existe pero duerme
y sin embargo no sabe de la belleza
de la espalda de una mujer durmiendo y despertando. 

domingo, 15 de julio de 2012

PRELUDIO PARA UN PRELUDIO


Existen barcos llenos
de hombres vacíos que se dirigen a la nada,
rabia de la rabia acumulada llevan los hombres vacíos,
miedo como el miedo de no entender el miedo,
espadas
taciturnas,
fugaces,
como penes crucificados en la mitad de la luz del verano,
hombres solos que no han conocido el ácaro de la vida,
el altar como una bomba de palabras
donde antes reinaba la desidia,

hay hombres sobre la plancha de las naves, sobre el borde, yéndose como si fueran valientes.
Pocos súbditos del incendio del aire logran atrapar
el colosal invento del animal cotidiano.


Pero hay, estos otros, que no son otros,
los últimos del agua, los perdidísimos en lo exacto,
hay hombres de la nada,
que se van antes de haberse ido, como un río sobre todas las cosas,
como ex amantes de todo el odio,
superan la espuma, la pólvora, el miedo,
esa escarcha de la fragilidad que es la muerte única y libre
renaciendo en todo lo que tocan.

lunes, 25 de junio de 2012

RANCLACIÓN SOBRE LA TIERRA




La parte desenredada de nuestros sesos que eran ya uno solo,
todos nosotros llenos de días, y de luz entre las cortinas,
o de luz de noche -que es la mejor, la única- entre los sillones, 
entre los libros y la alfombra, 
entre música sólo honrosa por la nicotina. 
(las botellas siempre serán parte del paisaje,
aquí lo extraño es la otra indumentaria de las cosas)
La parte esa donde descansaba nuestra furia
porque nuestra furia era nuestra única alegría,
desenredados y juntos, pero tejidos entre sí
los sesos nuestros, con su prueba única
que eran las bocas hablando, inhalando el vaso, el beso,
las bocas que negaban todo resquicio de metal,
toda respiración que no esté colgada del pecho
como el hálito de un ciervo degollado.
Nosotros, tan de sesos en el filo de la llamarada:
ese color que es una palabra parecida a la felicidad,
parecida al infierno,
que es un grupo de sesos fundidos
contemplando el fin del mundo
o compartiendo la mesita de la sala
para seguir atando lo sesudo y lo ínfimo
con todo el instinto de sus fauces,
porque encontramos nuestro jardín allá donde empieza y termina toda mentira,
allá donde el lugar de las cosas no tiene nombre,
sino olor, sino aroma, sino rostro, rostro de nuestros sesos desenredados
pero tejidos entre sí,
como un cuadro bello y siniestro
donde aparecemos destruidos y felices
todos los hermanos de la jornada
sin el miedo.

domingo, 10 de junio de 2012

Una huella
es una mecha abriéndose,
un paisaje interno,
como una niebla,
como un mar frío,
como un sonido de martillo
cayendo en la garganta.

Una huella
es una ceguera momentánea
un doble animal
lleno de nosotros
muriendo y reviviendo
en el aire
donde debió haber un pecho.

Santiago B.

martes, 5 de junio de 2012


BURBUJA Y BLITZKRIEG


El mundo está lleno de esos seres incompletos que andan en dos pies
y degradan el único misterio que les queda: el sexo.
D.H. Lawrence


Tener el peso de las alas cortadas
no es tener el peso del hueco del aire y su grito.
Tener el peso de las crías degolladas
no es saber de memoria
el infierno que no existe en la cabeza del espejo.

Tener la sangre flotando entre las flores de la guerra
no es saber del alcohol
ni saber de los colmillos
ni saber de los perros sin dueño
que se amarran a la noche
como barcos malditos y perdidos
hasta encontrar un simulacro del abrazo,
no.

Tener una esfinge de carroña
atada a los cristales del miedo
no es tener el derecho a llorar
como un simio solo
en las inundaciones de la religión,
no.

Tener todos los huesos listos
para aceptar el absurdo de lo hermoso,
no da luz verde para la flagelación
ni el olvido ni la sarna
que puede atraer la adicción de las páginas.

No tener,
no tener,
no tener nada
de lo establecido,
es saber que lo visto es una sombra de lo visto,
que la decapitación del tiempo, es cuestión de videntes,
es cuestión de salvajes y hermosos simios del esperpento,
-no la horda de enfermos de la razón-
como una daga manchada de tinta
simios, entrando en la tierna carne de las hojas.

martes, 24 de abril de 2012

INTRODUCCIÓN AL PAÍS DE NÉANT


                                                                                                              A Santiago B.


Arranca esta mortaja de la vista a largo plazo,
mira ahora con el reloj sobre la mano antigua, apuntando al ocaso de la batalla.
Mantén tu pie, eso sí, tu frente, eso sí, -mantenlos juntos hacia la sal de la marea-.
Que luego de todo óxido, algo siempre quedará intacto:

Digamos el silencio, toda montaña azul en la retina, el hervir del suelo.
(Una canción podría formarse desde los antepasados.
Una canción podría devenir en los nietos o soldados que ya no están ni pertenecen).

Ahora que sabemos la función de la ficción del aire sobre el tiempo,
ahora que tenemos por contado la palma de la mano de la muerte,
el esquema frío, lejano, de todo beso hacia la nada,
ahora que ya no importa,
podrás entonces, mirar como si fueras un animal inconsciente e infinito,
mirar el color que no existe
                                         /con la sonrisa de una bestia, que acaba de inaugurar el mundo.



domingo, 15 de abril de 2012

ESTADO FINITO

Tú no naciste para morir, amor, nuestras montañas mienten,
hay un río, en el aire, hay una crucifixión inválida
por cada palabra perdida. Amor, nunca estuvimos muertos
más que en la mentira de la libertad. 
Nunca nos habíamos encontrado bajo la tierra, tanto.
Estas montañas mienten, amor, el alma se nos fugó antes del amanecer:
yo nos veía abrazados y disueltos bajo algún lago sin nombre, 
yo nos veía perdidos y abrazados 
sobre un inmenso pedestal incendiado en el aire. 
Fuimos los colgados, los ningunos, 
antes de que la gloria nos entrara a machetazos.
Amor, nunca más esta felicidad desplegada 
como un muerto insolente ante las montañas.
Amor, ciega, perdido, enferma, 
incineremos todo lo que queda de verdad
en el rostro de los otros, los nuestros. 
Esta forma de irnos juntos, sin haber planeado el crimen,
sin haber siquiera besado 
la calavera que duerme en todos nuestros besos.
Amor, qué insoportables somos todos cuando nos amamos ciegos, 
qué falta de vacío. 
Amor, estos huesos ya no nos pertenecen,
todas las naves se fueron por el borde del mar, 
Estamos muertos y brillando 
con la piel dentro de una navaja parecida a una catedral,
yo recuerdo, cuando vi tu tierra, 
tu asentamiento de cal sobre el rostro del cementerio,
nos dio por reír a los dos hasta que el jardín de huesos se esfumaba.
Amor, toda la farsa del mundo nos acogió,
tú, vestida de orangután y yo con un vestido celeste, 
qué rabia teníamos antes y después del amor, ¿recuerdas?
Éramos ciegos y carnívoros y casi infectados por la alegría
¿recuerdas? 
Cuánta arena blanca sumergida en la leche de nuestros pechos
oh, amor, yo nunca pedí tu nombre al cielo ni a la munición de la música, 
todo: perfección del accidente, el golpe sonámbulo de este dios, 
sí, amor, todas estas montañas mienten, 
la tierra no es, no será, no puede ser redonda,
como el mar que empieza antes de la cal y después de tu piel,
y no tiene el derecho a dejar la huella.
Porque el día de nuestra muerte yo forniqué 
con todos los fantasmas de tu cuerpo
amor, todo ahora
tiene un rostro, explosivo 
como un caballo que relincha dentro del sueño.
Fuimos perpetuos, nunca puros,
venidos y expulsados de la vida hasta tomar el jugo de la madera 
en todas las lágrimas de las viudas de Cristo.
Ni tú ni yo creíamos en esta resurrección
-tan fiel a la página en blanco-
donde hemos venido caminando,
hasta sabernos naturales como dos frutas
no cosechadas en el árbol de la agonía.
Tú ebria, yo ebrio, 
ellos más tristes por siempre sanos.
Amor, nos rompimos las calaveras sólo porque pudimos.